“La grasa es nuestra enemiga número uno” es lo que pensamos generalmente cuando vamos a iniciar un proceso de dieta. Todos empezamos este proceso porque, generalmente, nuestros kilos demás nos hacen ver y sentir mal, o en el peor de los casos el medico nos dio un ultimátum a nuestro estilo de vida.
Las conclusiones demuestran generalmente que las dietas que más resultan para perder ese peso demás son pobres en grasas y ricas en hidratos de carbono.
Hay algunas que incluso te aconseja disminuir la ingestión de calorías y grasas únicamente, pero parece que estos estudios se basan en la suma de la experiencia de muchas personas obesas (que son las que tienden a consumir en su mayoría grasas y pocos hidratos de carbono).
Parte de este comportamiento es lo que lleva a estas personas a sufrir de sobrepeso (en su mayoría muestran una tendencia natural hacia el consumo hipercalórico y de grasas lo que ocasiona el sobrepeso) y hay una condición genética asociada a conductas familiares, pero en su mayor parte es ocasionada por su estilo de vida adquirido.
Aquí es donde entra en juego el índice de masa corporal (el famoso IMC) del que muchas personas toman conocimiento tardío, ya que inician un proceso de dieta donde pierden kilos ante la balanza, pero generalmente lo que estás perdiendo son sólo líquidos.
Lo mejor que podemos hacer en estos casos es acudir un nutricionista, o sea un profesional que tiene las competencias adecuadas para ayudarnos en este proceso, ya que tendremos acceso a la información clave de nuestro organismo para iniciar el cambio en nuestra forma de alimentarnos (y por consiguiente de nuestro estilo de vida).
Aún así, ya teniendo toda nuestra información e independiente de la dieta que nosotros elijamos o la que se nos imponga, lo importante es tomar todo esto con calma. Más aún en el caso de las personas que sufren de obesidad y sobrepeso, ya que lo ideal es perder en proporción aproximadamente entre 15 a 20 kilos en un año.
Un detalle crucial es que además del cambio en la manera de alimentarnos también debemos acompañarlo de un cambio en nuestro estilo de vida.
Esto implica que el ejercicio será nuestro mejor aliado, dado que la vida sedentaria es la que nos hace propensos a tener sobrepeso, problemas de salud y de autoestima.
Las conclusiones demuestran generalmente que las dietas que más resultan para perder ese peso demás son pobres en grasas y ricas en hidratos de carbono.
Hay algunas que incluso te aconseja disminuir la ingestión de calorías y grasas únicamente, pero parece que estos estudios se basan en la suma de la experiencia de muchas personas obesas (que son las que tienden a consumir en su mayoría grasas y pocos hidratos de carbono).
Parte de este comportamiento es lo que lleva a estas personas a sufrir de sobrepeso (en su mayoría muestran una tendencia natural hacia el consumo hipercalórico y de grasas lo que ocasiona el sobrepeso) y hay una condición genética asociada a conductas familiares, pero en su mayor parte es ocasionada por su estilo de vida adquirido.
Aquí es donde entra en juego el índice de masa corporal (el famoso IMC) del que muchas personas toman conocimiento tardío, ya que inician un proceso de dieta donde pierden kilos ante la balanza, pero generalmente lo que estás perdiendo son sólo líquidos.
Lo mejor que podemos hacer en estos casos es acudir un nutricionista, o sea un profesional que tiene las competencias adecuadas para ayudarnos en este proceso, ya que tendremos acceso a la información clave de nuestro organismo para iniciar el cambio en nuestra forma de alimentarnos (y por consiguiente de nuestro estilo de vida).
Aún así, ya teniendo toda nuestra información e independiente de la dieta que nosotros elijamos o la que se nos imponga, lo importante es tomar todo esto con calma. Más aún en el caso de las personas que sufren de obesidad y sobrepeso, ya que lo ideal es perder en proporción aproximadamente entre 15 a 20 kilos en un año.
Un detalle crucial es que además del cambio en la manera de alimentarnos también debemos acompañarlo de un cambio en nuestro estilo de vida.
Esto implica que el ejercicio será nuestro mejor aliado, dado que la vida sedentaria es la que nos hace propensos a tener sobrepeso, problemas de salud y de autoestima.